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MEDIO AMBIENTE

La UGR genera al año casi 35 toneladas de residuos peligrosos

granadahoy.com []

 

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Todas las facultades generan algún tipo de desecho que puede ser considerado tóxico para la salud o para el medio ambiente · El protocolo establece claramente cómo se deben gestionar para evitar riesgos La actividad investigadora y docente propia de los departamentos de la Universidad de Granada no sólo se materializa en informes y manuales, también en una importante cantidad de residuos que, en ocasiones, pueden suponer un importante riesgo medioambiental e incluso para las personas que pueden tener algún tipo de contacto con esos desechos. Nada menos que 34.574 kilos de este tipo de residuos -biosanitarios y químicos- se generaron a lo largo del pasado año en los departamentos y laboratorios de la institución universitaria, que, para evitar riesgos, tiene un escrupuloso protocolo para su gestión. De hecho, al estar por encima de las diez toneladas, la institución académica está considerada como un gran productor. El minucioso trabajo que hoy realiza la Unidad de Calidad Ambiental de la Universidad de Granada comenzó a funcionar en 1996, hace relativamente pronto, para cubrir un importante hueco en la gestión de los residuos. Con el paso del tiempo, los procedimientos para gestionar estos restos se han extendido a todos los centros que pertenecen a la UGR, incluso aquellos que, por su materia, aparentemente se entienda que poco o nada tienen que ver con laboratorios o sustancias químicas y mucho menos con residuos peligrosos. Sin embargo, progresivamente -como se ve en la gráfica- se ha incrementado el volumen de desechos que reciben tratamiento, aumento que ha ido unido al crecimiento de la labor investigadora y a la mejor gestión de sus residuos. Tal y como se explica la doctora en Ciencias Ambientales Adelina Peinado, desde la Unidad de Calidad Ambiental se realiza la gestión de esos residuos, que pueden ser desde los envases de aerosoles que contienen productos para la limpieza en cualquier centro, a los apósitos que se pueden emplear en las prácticas de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Todos son considerados residuos peligrosos, aunque, desde el punto de vista más doméstico, parezcan inocuos. También el mantenimiento de los equipos con los que cuentan las distintas facultades 'pueden generar residuos peligrosos', explica Peinado, como es el caso de determinados aceites minerales. Para su correcta gestión, todo el proceso está sistematizado. Un primer paso consiste en clasificar los desechos, que, de forma básica, se dividen en tres: biosanitarios, químicos y radiactivos. Los biosanitarios se generan fundamentalmente 'en los centros experimentales, como Farmacia, Ciencias, Medicina o Ciencias de la Educación', e incluyen vendajes o algodón impregnados con fluidos corporales, agujas o jeringuillas o animales muertos. Los radiactivos, que se gestionan aparte, se generan en las facultades de Ciencias, Farmacia y Medicina, explica Peinado. Los químicos son los más comunes -de hecho, en 2010 se generaron unas 20 toneladas de este tipo de restos- y aquí se incluyen desde los ya mencionados envases para los productos de la limpieza como el amoniaco hasta, por ejemplo, los líquidos para el revelado fotográfico que pueden utilizan los alumnos de Bellas Artes, los disolventes o los propios lienzos que ya han sido pintados y, por tanto, están contaminados con pintura. Cada departamento se ocupa de gestionar en un primer momento esos residuos. Se depositan en envases especialmente preparados para ello, que se pueden solicitar a la Unidad de Calidad Ambiental. Esos bidones van convenientemente etiquetados y se debe indicar claramente que el contenido puede ser potencialmente peligroso. Una vez que el envase está al 80% de su capacidad -se pide que no se llenen del todo para evitar, por ejemplo, que se esparzan los restos en caso de vuelco- se llevan a uno de los tres almacenes temporales de los que dispone la Universidad, colocados, precisamente, cerca de los centros donde más residuos se generan: Ciencias, Farmacia y Medicina, aunque también Bellas Artes cuenta con un pequeño depósito, según explica Peinado. En esos almacenes, especialmente preparados y a los que no se puede acceder -de hecho, se les conoce como búnker-, los bidones de almacenaje pueden permanecer un máximo de seis meses por ley, aunque la Universidad no llega a apurar los plazos y cada cuatro meses se retiran. Según explica el vicerrector de Calidad Ambiental, Pedro Espinosa, antes se realizaban dos retiradas al año, pero se decidió acortar los plazos y que las retiradas fueran cada cuatro meses para abaratar los costes de almacenaje. Al dejar en estos depósitos los residuos considerados peligrosos, tanto biosanitarios como químicos, se vuelve a rellenar un formulario en el que queda registrado qué se deposita. Se trata de un control exhaustivo que tiene como finalidad minimizar los riesgos y certificar al cien por cien que lo que se dice que se deposita es ese residuo, y no otra cosa. Allí permanecerán, como ya se ha dicho, un máximo de cuatro meses, hasta que la empresa gestora se hace cargo de los mismos y se trasladan a una planta cordobesa. Una vez allí se procederá a su tratamiento para su reciclaje, si es posible, o la eliminación de los elementos activos. Ahí acabaría su toxicidad. Según los datos ofrecidos por la Consejería de Medio Ambiente, el total de residuos granadinos que se generan en Granada puede superar las dos mil toneladas, mientras que a nivel andaluz prácticamente se alcanzan las 300.000 toneladas. Por comarcas, tanto la capital como los municipios del Área Metropolitana son los que concentran la mayor producción.

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