ROSA OTXOA-ERRARTE - San Sebastián - 02/03/2010
Uno de los temas 'de moda' en entornos académicos vinculados al mundo empresarial y en infinidad de foros, reuniones y recomendaciones de las organizaciones internacionales que tienen por objeto ese mundo es el de la llamada responsabilidad social empresarial (o corporativa).
Recomendaciones de la OCDE insisten en la importancia de la citada responsabilidad, el Parlamento Europeo señala que 'representa un elemento esencial del Modelo Social Europeo y de la Estrategia Europea de Desarrollo Sostenible a la vez que responde a los retos sociales de globalización económica'. Se pueden citar miles de documentos en los que las personas más capacitadas subrayan la necesidad de que las empresas planteen sus estrategias con una mirada que no se centra en el beneficio a corto plazo y por encima de los intereses de todos los implicados en su actividad. Desgraciadamente, a pesar de todas esas sesudas reflexiones, tenemos que desayunar con noticias como las de que Gamesa cierra su planta de Alsasua (Navarra) dejando en la calle a 150 empleados el mismo día en que declara haber tenido, en el fatídico ejercicio de 2009, unos beneficios de 114,7 millones de euros.
¿Seguirán nuestros políticos ofreciendo ayudas públicas a empresas que desconocen sus responsabilidades? ¿Va la comisión anticrisis convocada por el Gobierno a tener en cuenta que también las grandes empresas tendrán que 'arrimar el hombro', como sin ninguna duda hacen los trabajadores.
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