| La Alcoholera de La Rioja, Ebro y Duero de Cenicero (La Rioja) producirá este año 1,6 millones de litros de bioetanol a partir de residuos de uva, de los que también obtendrá un gran número de productos químicos naturales, para diferentes industrias, y facturará 3,5 millones de euros.
La Alcoholera de La Rioja, Ebro y Duero es desde 1934 una de las principales industrias españolas de su sector y recicla casi todos los residuos de las bodegas de las denominaciones de origen del norte de España.
A pesar de su historia y de la importancia de esta actividad para el sector, 'somos los grandes desconocidos en el mundo del vino, muy poca gente sabe qué sucede con los residuos de la uva', ha explicado a EFE Roberto Estecha, responsable de la alcoholera riojana.
Se trata de una empresa familiar, presidida por el nieto de su fundador, aunque parte de su accionariado pertenece al Grupo Randi, multinacional italiana, principal productora mundial de ácido tartárico, con plantas en Australia, Argentina, Estados Unidos e Italia.
Porque el tartárico es una de las claves del 'cambio de concepto' de la destilería tradicional -que obtenía alcohol de los orujos y las lías- a una empresa moderna, mecanizada y robotizada en su totalidad, capaz de relacionar el mundo del vino con el de sectores tan diferentes como los de la informática o el cemento.
Los residuos naturales de las bodegas, tras elaborar el vino llegan a la alcoholera autorizada, donde son procesados para producir alcohol bruto (que en el caso de la riojana se dedica a bioetanol), o alcohol destilado, que puede usarse en licores, sanidad o industria química.
Del residuo que, a su vez, queda en la alcoholera, se obtiene una sal a partir de la cual se obtiene el ácido tartárico, un producto químico utilizado en enología y en la industria alimentaria, para emulsionar pastas y bollería.
Además, en los últimos años este ácido se usa en cremas cosméticas, el fraguado de cemento, los tintes de ropa y la fabricación de microchips.
Dentro de este proceso, la Alcoholera de La Rioja trabaja en un proyecto de investigación, en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid, para obtener ácido tartárico sin necesidad de procesos químicos, 'algo que ya se ha logrado en laboratorio', asegura Estecha.
Además del alcohol y el ácido tartárico, de los orujos y las lías se obtienen también pepitas de uva para producir un aceite bajo en colesterol y biomasa utilizada en granjas.
No obstante, reconoce que el principal destino de los residuos de la uva es la producción de bioetanol, que se exporta como combustible limpio, 'y, curiosamente, a nosotros no se nos permite usarlo en nuestra propia industria'.
Esa prohibición es una muestra de la burocracia que soporta esta industria, intervenida por la administración tanto en la producción como en la gestión económica, dada la alta carga fiscal que tiene el alcohol.
La Alcoholera de Cenicero recoge orujos y heces de las bodegas 'con un precio que prácticamente está intervenido, no lo podemos variar' y que es 'prácticamente superior al precio que se paga por el alcohol, que también está marcado' con lo que 'de no ser por las ayudas a la transformación, este negocio sería inviable', asegura su directivo.
Este año, tras la campaña vinícola procesarán 17.500 toneladas de orujos y unas 8.000 de lías, con lo que producirán alrededor de 1,6 millones de litros de alcohol bruto para bioetanol y otros 400.000 litros de alcohol sanitario y para bebidas como el aguardiente o el brandy. |
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